En una isla de sol y de sal, de borrachera y de ligues, de puros y camisas, de olor a crema solar, de sollozos y quejas, de broncas, de billetes y tarjetas, de moda y lanchas, de quemaduras y medusas, de música alta y selfies, de perfume y celebridad. Ella, manchada por todo ese brillo, por ese éxtasis social. Disfruta de la oscuridad. De la quietud, del anonimato. De su propia representación de la vida. Del movimiento de las sombras de las ramas. Del olor a tierra mojada. Decide la vida que quiere vivir, y de la que quiere huir, así como pinta su cuadro.

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Valley of the Moon

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